Apología de un adiós (a lo Bryce)
Queridísima japonesita,
Estoy parado en el terminal, cual solitario que siempre enrumba al mismo lugar y a ningún lado, con los audífonos negros en cada oído, el volumen puesto solo a la mitad, hoy me acompañará Ben Harper y su melodiosa música durante mi trayecto, pero necesito leer algo, traigo conmigo un libro de economías de escala, pero mi mente hoy necesita de la literatura, de esa que extraño leer para enriquecer mi alma y dejar volar mi imaginación.
Cual perdido en el medio de la nada, pero rodeado de extraños que también desean partir, en mi hombro cargo mi laptop y en la otra mi maleta, llena de ropa, la primera que encontré, hoy amaneció el vecindario sin luz, vaya situación, por eso llevo la ropa ajada. Tenía la sensación de que algo me olvidada, pero cuando me disponía a abordar el taxi, mi mama salió corriendo a mi encuentro y exclamando:
-Te haz olvidado tu bufanda negra! Hace mucho frío hijo, será mejor que la lleves.
Aquella bufanda, la negra con pompones, que me obsequiaste para mi cumpleaños y a la cuál mi mama le ha sacado los pompones, de los cuales, se ha apoderado mi sobrino, y hasta les ha puesto nombre a cada uno, claro que de los 6 pompones, cinco dice ser suyos y a solo a uno le ha puesto mi nombre, el cuál me ha regalado, todo ingenuo él, y que yo he dejado en tu casaca azul escondido, espero lo encuentres y lo conserves.
De repente en el medio de la nada, al fondo del terminal, hay un puesto de revistas, libros y periódicos. Ahí he encontrado un libro de Bryce, “La amigdalitis de Tarzán”, me he gastado 12 soles, en realidad eran 15 soles, pero he regateado 3 soles, para poder comprarme un helado sublime de D’onofrio, para sentirme cerca de tí. De repente ha sonado el llamado a los pasajeros, con destino a no sé donde, yo ando distraído ojeando el libro, mientras en los auriculares suena “waiting on an angel”, algún día la escucharemos juntos, te lo prometo.
Ben Harper - Waiting On An Angel
Me acerco a la cola de abordaje y le pregunto a una anciana si el bus va con destino a donde yo voy y me dice que si, tan alegre ella, formo cola atrás suya y me dispongo a abordar, en mi pecho llevo la cruz, esa que nos vendieron las viejas de mierda, y que ahora bendecida por la santísima cruz, cuelga de mi pecho.
Me esperan seis largas horas de viaje, pero tengo la esperanza de que Bryce y Ben, harán su parte, mientras voy leyendo el libro me imagino que la historia concuerda con la de nosotros y las partes que no encajan ya hasta se como hacer para que encajen, si hasta estoy tomando apuntes en mi agenda azul. Pobre Juan Manuel Carpio, su amor es imposible, y tras seguir avanzando en la lectura, hoy siento que nos faltó E.T.A, es decir aquello que los navegantes de aire, mar y tierra suelen llamar en inglés Estimated time of arrival. Porqué?, mira tú, mi gran capacidad para inventar que existes ahora, cuando bien sabes que lo mío es estar en el lugar inapropiado, mucho menos en el momento debido.
Mientras ese momento llega, te beso mil veces, como para ir saldando mi deuda, de diez mil trescientos cuarenta y dos besos que me diste.
Eduardo
Estoy parado en el terminal, cual solitario que siempre enrumba al mismo lugar y a ningún lado, con los audífonos negros en cada oído, el volumen puesto solo a la mitad, hoy me acompañará Ben Harper y su melodiosa música durante mi trayecto, pero necesito leer algo, traigo conmigo un libro de economías de escala, pero mi mente hoy necesita de la literatura, de esa que extraño leer para enriquecer mi alma y dejar volar mi imaginación.
Cual perdido en el medio de la nada, pero rodeado de extraños que también desean partir, en mi hombro cargo mi laptop y en la otra mi maleta, llena de ropa, la primera que encontré, hoy amaneció el vecindario sin luz, vaya situación, por eso llevo la ropa ajada. Tenía la sensación de que algo me olvidada, pero cuando me disponía a abordar el taxi, mi mama salió corriendo a mi encuentro y exclamando:
-Te haz olvidado tu bufanda negra! Hace mucho frío hijo, será mejor que la lleves.
Aquella bufanda, la negra con pompones, que me obsequiaste para mi cumpleaños y a la cuál mi mama le ha sacado los pompones, de los cuales, se ha apoderado mi sobrino, y hasta les ha puesto nombre a cada uno, claro que de los 6 pompones, cinco dice ser suyos y a solo a uno le ha puesto mi nombre, el cuál me ha regalado, todo ingenuo él, y que yo he dejado en tu casaca azul escondido, espero lo encuentres y lo conserves.
De repente en el medio de la nada, al fondo del terminal, hay un puesto de revistas, libros y periódicos. Ahí he encontrado un libro de Bryce, “La amigdalitis de Tarzán”, me he gastado 12 soles, en realidad eran 15 soles, pero he regateado 3 soles, para poder comprarme un helado sublime de D’onofrio, para sentirme cerca de tí. De repente ha sonado el llamado a los pasajeros, con destino a no sé donde, yo ando distraído ojeando el libro, mientras en los auriculares suena “waiting on an angel”, algún día la escucharemos juntos, te lo prometo.
Ben Harper - Waiting On An Angel
Me acerco a la cola de abordaje y le pregunto a una anciana si el bus va con destino a donde yo voy y me dice que si, tan alegre ella, formo cola atrás suya y me dispongo a abordar, en mi pecho llevo la cruz, esa que nos vendieron las viejas de mierda, y que ahora bendecida por la santísima cruz, cuelga de mi pecho.
Me esperan seis largas horas de viaje, pero tengo la esperanza de que Bryce y Ben, harán su parte, mientras voy leyendo el libro me imagino que la historia concuerda con la de nosotros y las partes que no encajan ya hasta se como hacer para que encajen, si hasta estoy tomando apuntes en mi agenda azul. Pobre Juan Manuel Carpio, su amor es imposible, y tras seguir avanzando en la lectura, hoy siento que nos faltó E.T.A, es decir aquello que los navegantes de aire, mar y tierra suelen llamar en inglés Estimated time of arrival. Porqué?, mira tú, mi gran capacidad para inventar que existes ahora, cuando bien sabes que lo mío es estar en el lugar inapropiado, mucho menos en el momento debido.
Mientras ese momento llega, te beso mil veces, como para ir saldando mi deuda, de diez mil trescientos cuarenta y dos besos que me diste.
Eduardo