viernes, junio 29

Apología de un adiós (a lo Bryce)

Queridísima japonesita,

Estoy parado en el terminal, cual solitario que siempre enrumba al mismo lugar y a ningún lado, con los audífonos negros en cada oído, el volumen puesto solo a la mitad, hoy me acompañará Ben Harper y su melodiosa música durante mi trayecto, pero necesito leer algo, traigo conmigo un libro de economías de escala, pero mi mente hoy necesita de la literatura, de esa que extraño leer para enriquecer mi alma y dejar volar mi imaginación.

Cual perdido en el medio de la nada, pero rodeado de extraños que también desean partir, en mi hombro cargo mi laptop y en la otra mi maleta, llena de ropa, la primera que encontré, hoy amaneció el vecindario sin luz, vaya situación, por eso llevo la ropa ajada. Tenía la sensación de que algo me olvidada, pero cuando me disponía a abordar el taxi, mi mama salió corriendo a mi encuentro y exclamando:

-Te haz olvidado tu bufanda negra! Hace mucho frío hijo, será mejor que la lleves.

Aquella bufanda, la negra con pompones, que me obsequiaste para mi cumpleaños y a la cuál mi mama le ha sacado los pompones, de los cuales, se ha apoderado mi sobrino, y hasta les ha puesto nombre a cada uno, claro que de los 6 pompones, cinco dice ser suyos y a solo a uno le ha puesto mi nombre, el cuál me ha regalado, todo ingenuo él, y que yo he dejado en tu casaca azul escondido, espero lo encuentres y lo conserves.

De repente en el medio de la nada, al fondo del terminal, hay un puesto de revistas, libros y periódicos. Ahí he encontrado un libro de Bryce, “La amigdalitis de Tarzán”, me he gastado 12 soles, en realidad eran 15 soles, pero he regateado 3 soles, para poder comprarme un helado sublime de D’onofrio, para sentirme cerca de tí. De repente ha sonado el llamado a los pasajeros, con destino a no sé donde, yo ando distraído ojeando el libro, mientras en los auriculares suena “waiting on an angel”, algún día la escucharemos juntos, te lo prometo.


Ben Harper - Waiting On An Angel

Me acerco a la cola de abordaje y le pregunto a una anciana si el bus va con destino a donde yo voy y me dice que si, tan alegre ella, formo cola atrás suya y me dispongo a abordar, en mi pecho llevo la cruz, esa que nos vendieron las viejas de mierda, y que ahora bendecida por la santísima cruz, cuelga de mi pecho.

Me esperan seis largas horas de viaje, pero tengo la esperanza de que Bryce y Ben, harán su parte, mientras voy leyendo el libro me imagino que la historia concuerda con la de nosotros y las partes que no encajan ya hasta se como hacer para que encajen, si hasta estoy tomando apuntes en mi agenda azul. Pobre Juan Manuel Carpio, su amor es imposible, y tras seguir avanzando en la lectura, hoy siento que nos faltó E.T.A, es decir aquello que los navegantes de aire, mar y tierra suelen llamar en inglés Estimated time of arrival. Porqué?, mira tú, mi gran capacidad para inventar que existes ahora, cuando bien sabes que lo mío es estar en el lugar inapropiado, mucho menos en el momento debido.

Mientras ese momento llega, te beso mil veces, como para ir saldando mi deuda, de diez mil trescientos cuarenta y dos besos que me diste.

Eduardo

domingo, junio 24

Un acto de fe

Ella nunca había llegado hasta la cima, para ver la milagrosa cruz, la última vez que lo intentó, tenia 11 años y su tío falleció en el trayecto. Sabes a donde quiero ir, me dijo la noche anterior mientras conversábamos en el sofá de su sala.

- Quiero llegar hasta la cruz. Nunca llegué.
- Esta bien, aseveré, sin ánimo de ser aguafiestas.

Yo no recordaba la última vez que subí, fue hace miles de años supongo, mi madre me cuenta que mientras subíamos, mi despiadada prima me aventó al pozo bendito, ella, mi madre, casi se muere del susto, todo no paso de una broma de primos, después de que todos recuperaron el aliento, terminamos por llegar a la cima.

Al día siguiente, pasada las 8am de la mañana, empezamos nuestra travesía, la japonesita y yo, después de una hora y media en bus y soportar la música tropical del chofer, por fin llegamos. Nunca esperé tal recibimiento, ni bien pusimos un pie, o mas bien los dos, en Motupe, unas señoras cuarentonas llenas de fervor comercial religioso, luego entenderán porque, salieron a nuestro encuentro.

Cuál enjambre de abejas, con sus cuerpos llenos de crucifijos y en sus manos diferentes modelos de velas y más crucifijos, nos rodearon, todas hablando a la vez, ofreciéndonos sus objetos y manifestándonos que no podíamos llegar hasta la cruz sin ellos, según ellas, un recurso indispensable.

- Para que le bendiga la milagrosa, vociferaban.
- Lleve velas, en el camino las va encontrar mas caras.
- Para que le bendiga la milagrosa, nuevamente mas voces.
- 2 por 8 soles los crucifijos.
- Lleve la parejita joven, para que le traiga suerte.

Fueron miles de argumentos, mas la presión que ejercían sobre nosotros, ya nos estaba haciendo enfurecer, la japonesita que no se aguanta pulgas, por poco y deja escapar, su famosa frase, Stop!, a todo pulmón. Yo por otro lado, casi argumento que soy ateo, pero esto no haría mas que enfurecerlas, quién sabe, talvez en lugar de bendiciones me caían maldiciones. Finalmente termínanos adquiriendo por imposición diez crucifijos, dos docenas de velas, cuatro recordatorios y cinco llaveros.

Apenas habíamos empezado, para llegar a la cueva, teníamos que tomar otro transporte, como queríamos escapar lo más rápido posible del enjambre de viejas, tomamos lo primero que encontramos, un mototaxi, treinta minutos después, habíamos llegado al lugar, lo que nos esperaba era una hora de ascenso de quien sabe mil escalones antes de llegar a la milagrosa cruz.

Motupe-Sab23Jun 001

Y así empezamos, nuestro largo ascender, el sol quemaba como si se hubiese empeñado con rostizarnos. En el camino, personas que regresaban cansadas pero llenas de alegría y otras que avanzaban con sus mil crucifijos, docenas de velas, sabe dios si, engatusadas por las mismas viejas de mierda. La cuestión es que en el camino, también abundan las tiendas de souvenir religiosos. No íbamos ni veinte minutos de camino, cuando empecé a perder la fe, en eso, un letrero apareció ante mí: Refrescos “Mi Jesus”. Raspadilla, cebada helada, soya helada. Y el aliento volvió al cuerpo, descansamos un rato y a proseguir.

Motupe-Sab23Jun 024

Ya para la grada 800, cada 100 gradas hay una piedra marcada con el número de gradas ascendidas, dos señoras, una llevaba en hombros a su hijita de aproximadamente unos dos años, soltó un comentario, que nos describió su parecer de tanto subir y bajar escalones y que además nos hizo estallar en carcajadas:

-Mas la huevada!, dijo a viva voz, con fervor religioso.

Vaya resumen del trayecto, pensé, mientras la japonesita se revolcaba en el suelo de risa.

Grada-985-Motupe-Sab23Jun 051

Ya para la grada 985, empecé a gatear, y eso que ando en forma, por eso del gimnasio, pero ya no faltaba mucho, así que tome el último aliento y llegué a la cima, ambos llegamos. Y ahí estaban, un grupo de personas pidiendo sus deseos en sus oraciones a la milagrosa cruz.



Ya el descenso fue más fácil, hasta hicimos parte del trayecto corriendo, mas la huevada dijo la japonesita, y esta vez fui yo, el que cayó al suelo para matarme de la risa…